viernes, 6 de febrero de 2009

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literatura peruana

LITERATURA PERUANA

Tradición andina prehispánica
Artículo principal: Literatura quechua
Largamente desconocida, la producción artística del período prehispánico (especialmente vinculada con el Imperio de los Incas), en el territorio centro-andino (correspondiente a Ecuador, Perú, Bolivia y Chile) tuvo manifestaciones en formas poéticas (en lengua quechua o runa simi) denominadas harawis (poesía lírica) y hayllis (poesía épica), a cargo de un aeda, denomidado harawec. Estas manifestaciones formaban parte del quehacer cotidiano. Funerales, fiestas, parrandas nupcias, peleas, guerras, etc. estaban enmarcadas en una ritualización expresada a través del arte.

Adolfo Vienrich, autor de Azucenas quechuas.
Junto a la poesía también existieron relatos orales (véase Tradición oral) que expresaban la cosmología del mundo andino (mitos de creación, diluvio, etc.). Muchos de estos relatos (y poesías) han llegado a nuestros días de forma diferida, plasmados en los trabajos de los primeros cronistas (el Inca Garcilaso recupera poesía quechua, mientras que Guamán Poma de Ayala relata el mito de las cinco edades del mundo).
Esta , fue largamente desconocida hasta el siglo XX. Su inclusión en el 'canon' oficial es lenta. Ya en su tesis: El de la literatura del Perú Independiente (1905), José de la Riva Agüero considera "insuficiente" la tradición quechua como para ser un factor predominante en la formación de la nueva tradición literaria (peruana). Posteriormente Luis Alberto Sánchez reconoce ciertos elementos de tradición y su influencia en la tradición posterior (en autores como Melgar) para dar base a su idea de literatura mestiza o criolla (hija de dos fuentes, una indígena y otra española), para esto consulta fuentes en las crónicas (Cieza, Betanzos y Garcilaso).
La apertura real a la tradición prehispánica surge en las primeras décadas del siglo XX gracias al trabajo de estudiosos literarios y antropólogos que recopilaron y rescataron mitos y leyendas orales. Entre ellos destacan Adolfo Vienrich con Tarmap Pacha Huaray (Azucenas Quechuas, 1905) y Tarmapap Pachahuarainin (Fábulas quechuas, 1906), Jorge Basadre en La literatura inca (1938) y En torno a la literatura quechua (1939) y los estudios antropológicos y folclóricos de José María Arguedas (en particular su traducción de Dioses y hombres de Huarochirí). Los trabajos más contemporáneos incluyen a Martin Lienhard (La voz y su huella. Escritura y conflicto étnico-cultural en América Latina. 1492-1988., 1992), Antonio Cornejo Polar (Escribir en el aire. Escribir en el aire: ensayo sobre la heterogeneidad socio-cultural en las literaturas andinas. , 1994), Edmundo Bendezú (Literatura Quechua, 1980 y La otra literatura, 1986) y Gerard Taylor (Ritos y tradiciones de Huarochirí. Manuscrito quechua del siglo XVII, 1987; Relatos quechuas de la Jalca, 2003).
Precisamente es Bendezú quien afirma que la otra literatura (hecha o escrita en quechua) se constituye, desde la conquista, en un sistema marginal opuesto al dominante (de vena hispánica) y postula la existencia permanente y cubierta de una tradición de cuatro siglos. Habla de una gran tradición ("enorme masa textual") marginada y dejada de lado por el sistema escritural occidental, ya que esta "otra" literatura es, como el quechua, plenamente oral.
Véase también: Letras cusqueñas